“Do centro à esquerda todos se uniram. É uma convergência democrática de larguíssimo espectro. E, ao contrário do que muita gente acha, que isso vai paralisar o governo, isso dá ao Boric uma legitimidade, uma força política muito grande para que ele consiga evitar a tensão que vem da direita. Vai ser difícil fazer no Chile o que o Aécio Neves fez quando da vitória da Dilma”.
A análise é de Gilberto Maringoni ao TUTAMÉIA. Professor de Relações Internacionais da Universidade Federal do ABC, ele avalia as eleições no Chile, minutos depois da vitória de Gabriel Boric no domingo, 19 de dezembro de 2021, derrotando um rival abertamente pinochetista (José Antonio Kast).
Nesta entrevista, Maringoni aponta as razões da virada histórica que levou a esquerda ao poder e as explicações para a força da extrema-direita no Chile. Trata das consequências do resultado chileno para o continente e para o jogo global e dos desafios para o jovem presidente eleito. Com 35 anos, Boric é fruto das mobilizações estudantis pelo ensino público e gratuito que sacodem aquele país há uma década. A questão da educação, aliás, foi um dos temas abordados por Boric em seu discurso na noite desse domningo, falando á multidão em Santiago (leia a íntegra abaixo).
Jornalista e cartunista, Maringoni discorre sobre o processo histórico chileno, aborda as possibilidades de reação dos conservadores e dos EUA e examina as implicações para o processo constituinte em curso. Acompanhe a íntegra no vídeo e se inscreva no TUTAMÉIA TV.
“Os ventos parecem que estão mudando. Num país que viveu a mais cruel ditadura da segunda metade do século 20 aqui na América Latina. Havia um candidato que tem todo o ranço desse neofascismo da extrema direita e isso foi derrotado –e justamente no Chile. O Alípio Freire (1945-2021) dizia que o século 20 teve duas demonstrações de generosidade internacionalista. Uma, foram as brigadas internacionais na guerra civil espanhola, de 1936 a 1938, quando jovens de todo o mundo foram arriscar a vida para lutar pela República na Espanha contra o fascismo. E a segunda foi a juventude do mundo todo, em especial da América Latina, que foi lutar no Chile. Cid Benjamin é exemplo disso”, fala Maringoni.
Cid Benjamin, militante da resistência à ditadura no Brasil e atual diretor da Associação Brasileira de Imprensa, fala ao TUTAMÉIA no início da transmissão. Emocionado, contou rapidamente de suas memórias do golpe pinochetista de 1973. [Ao final, publicamos texto de Cid publicado em seu livro “Gracias a la Vida” e reproduzido neste domingo nas redes sociais pelo autor]
Ao TUTAMÉIA, Maringoni conclui:
“O Chile tem um simbolismo para os setores progressistas de esquerda. O Chile mora no coração nosso. A Josephine Baker cantava que tinha dois amores, ‘meu país e Paris’. Acho que nós temos dois amores: o Brasil e o Chile. O Chile tem esse significado de ter tido um enfrentamento, um projeto solidário belíssimo no começo dos anos 1970, que foi brutalmente ceifado –e que retoma agora. A esquerda chilena é muito jovem, gente da faixa dos 30 anos. Que é uma das coisas mais lindas que a gente está assistindo nesse período, uma renovação democrática. Oxalá esse governo chileno tenha pleno êxito, reduza o peso dessa direita, desse atraso, desse autoritarismo, desses pinochetistas como Kast. E que, por tabela, a gente siga esse caminho e mande Bolsonaro para qualquer lugar, que eu não vou falar aqui, nessas eleições”.
“O CRESCIMENTO ECONÔMICO QUE SE APOIA NA DESIGUALDADE TEM PÉS DE BARRO”
ÍNTEGRA DO DISCURSO DE GABRIEL BORIC FONT,
PRESIDENTE ELEITO DO CHILE, FALANDO AO POVO Em 19 DE DEZEMBRO DE 2021
BUENAS NOCHES CHILE !
PO NUI, SUMA ARUMA, PUN MAY CHILE!
GRACIAS A USTEDES, A TODAS LAS PERSONAS, A TODOS LOS
PUEBLOS DE CHILE
Agradezco en primer lugar a todas las chilenas y chilenos que en este
día fueron a votar, honrando su compromiso con la democracia. En el
duro y noble norte. En el lluvioso y ventoso sur. En el caluroso y fértil
centro. En Rapa Nui, Juan Fernández y la Antártica chilena. En el
extranjero.
No importa si lo hicieron por mí o por mi contrincante: lo importante
es que lo hicieron, que se hicieron presentes, que mostraron su
compromiso con este país que es de todas y todos. También, por
supuesto a los miles de personas que quisieron asistir a votar y no
pudieron hacerlo por la falta de transporte público. No puede volver
a ocurrir que en un día tan importante se prive a la gente de ejercer su
derecho a voto.
También a quienes hicieron posible esta hermosa campaña.
Independientes, organizaciones sociales y partidos, a todas las
personas que en las últimas semanas se han organizado a lo largo de
todo Chile y el extranjero, desde Magallanes hasta Arica, desde
Visviri a Puerto Toro para levantar una campaña ciudadana que ha
permitido este triunfo. El mismo compromiso y entusiasmo será
necesario durante los años de nuestro gobierno para que, entre todas
y todos, podamos sostener el proceso de cambios que ya hemos
empezado a recorrer, paso a paso.
Gracias a mi jefa de campaña, la Dra. Izkia Siches, por haber puesto
todo y más en esta candidatura, con tanto amor, tanta energía y tantas
ganas. A todos los equipos técnicos que se sumaron a esta propuesta,
a cada uno de los independientes y partidos que hicieron posible esta
campaña.
Gracias a los niños y niñas que a lo largo de este viaje nos llenaron de
cariño y de esperanza, de dibujos hermosos que expresaban con
inocencia y esperanza el Chile que sueñan. Un Chile verde y de amor,
que cuide la naturaleza y los animales, que recupere las plazas de los
barrios para poder jugar, un Chile donde papás y mamás tengan más
tiempo para estar con sus hijos y los abuelos y abuelas no estén solos
en esta etapa de su vida. Hemos mirado a los ojos de los niños y niñas
de Chile y sé que no podemos fallarles.
Gracias a las mujeres de la patria. Que se organizaron en todo Chile
para defender los derechos que tanto les ha costado alcanzar. Desde
el derecho a voto hasta el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
Desde el derecho a la no discriminación por el tipo de familia que
hayan decido formar hasta el reconocimiento por las tareas de cuidado
que hoy realizan. Cuenten con nosotros. Ustedes serán protagonistas
de nuestro gobierno. También a las disidencias y diversidades que han
sido largamente discriminadas y en esta campaña vieron amenazadas
los pocos avances que han logrado. En nuestro gobierno la no
discriminación y detener la violencia contra diversidades y mujeres
junto a las organizaciones feministas será fundamental.
Agradezco también al Servel por su impecable trabajo. Simboliza el
Estado que necesitamos: eficaz, imparcial, justo. A los medios de
comunicación nacionales y regionales, por llevar la información a los
lugares más recónditos. La prensa libre es fundamento esencial de la
democracia y ustedes su vehículo.
Quiero agradecer a todos los candidatos que participaron de esta
elección, porque finalmente la democracia la hacemos entre todos, y
necesitamos de cada uno. A Yasna Provoste, Sebastián Sichel, Marco
Enriquez Ominami, Franco Parisi, Eduardo Artes y a José Antonio
Kast. El futuro de Chile nos necesita a todos del mismo lado, del lado
de la gente y espero contar con su apoyo, sus ideas y propuestas para
comenzar mi gobierno. Sé que más allá de las diferencias que
tenemos, en particular con José Antonio Kast, sabremos construir
puentes entre nosotros para que nuestros compatriotas puedan vivir
mejor. Porque los que si nos une es el amor a Chile y su gente.
Y por cierto, gracias a mi familia, a mi padre y a mi madre, a mis dos
hermanos, a mis abuelos que ya no están. A mi compañera de viaje
Irina. Son ustedes mis pilares en los días aciagos y los responsables
de que hoy esté aquí.
Ya lo saben. Vengo de Magallanes, en el extremo sur de Chile, casi
tocando la Antártica. Tengo 35 años.
Y sé que la historia no parte con nosotros. Me siento heredero de una
larga trayectoria histórica, la de quienes, desde diferentes posiciones,
han buscado incansablemente la justicia social, la ampliación de la
democracia, la defensa de los DDHH, la protección de las libertades.
Ésta es mi familia grande, a la que me gustaría ver de nuevo reunida
en esta etapa que ahora iniciamos.
Compatriotas, seré el presidente de todos los chilenos y chilenas. De
quienes hoy votaron por este proyecto, de quienes eligieron otra
alternativa y también de quienes no concurrieron a votar.
Los tiempos que vienen no serán fáciles. Deberemos hacer frente a las
consecuencias sociales, económicas y sanitarias de la peor pandemia
que ha vivido nuestro país en más de un siglo. Será difícil, no cabe
duda, pero vamos a ir avanzando con pasos cortos, pero firmes,
aprendiendo de nuestra historia.
Porque Chile tiene una historia breve como Estado nacional: apenas
dos siglos de vida independiente, pero rica en experiencias de logros,
de errores, éxitos y frustraciones. De momentos hermosos y también
difíciles. Y hemos aprendido de esa experiencia. Hoy podemos estar
más seguros que antes de algunas cosas:
Que un crecimiento económico que se asienta en desigualdad tiene
pies de barro: que solo con cohesión social, reencontrándonos y
compartiendo un piso común, podremos avanzar hacia un desarrollo
verdadero y sostenido, que llegue a cada familia chilena y que incluya
también las pymes que con tanto esfuerzo levantan hombres y mujeres
honradas a lo largo y ancho del territorio nacional.
Que desestabilizar las instituciones democráticas conduce
directamente al reino del abuso, la ley de la selva, y el sufrimiento y
desamparo de los más débiles. Vamos a cuidar la democracia, cada
día, todos los días.
Que los avances, para ser sólidos, requieren ser fruto de acuerdos
amplios. Y que para durar, deben ser siempre peldaño a peldaño,
graduales, para no desbarrancar ni arriesgar lo que cada familia ha
logrado con su esfuerzo.
Que el respeto a los derechos humanos, siempre y en todo lugar debe
ser un compromiso inclaudicable y que nunca, por ningún motivo, un
presidente le debe declarar la guerra a su propio pueblo. Verdad,
justicia, reparación y no repetición.
Y son muchos los desafíos que tendremos que enfrentar. Una salud
oportuna que no discrimine entre ricos y pobres igualando hacia arriba
el acceso, la calidad y los tiempos de respuesta. Pensiones dignas para
quienes han trabajado toda su vida haciendo grande a nuestro Chile y
no pueden seguir esperando, crecimiento y distribución justa de la
riqueza, que deben ir de la mano. El drama de la falta de vivienda y
el acceso a servicios básicos que debemos abordar. Fortalecer la
educación pública, garantizar los derechos de los trabajadores para
construir un país con Trabajo Decente y mejores salarios, crear un
sistema nacional de cuidado que reconozca y valore a las mujeres que
hoy cuidan, avanzando también en co-responsabilidad y dejando atrás
la herencia patriarcal de nuestra sociedad.
La emergencia en seguridad que estamos viviendo, hacer de los
barrios lugares más seguros y libres de narcotráfico, poner la cultura
en el lugar que merece y no como vagón de cola, dignificando a sus
trabajadores, expandir el deporte, fomentar la ciencia, avanzar hacia
una nueva relación con los pueblos originarios reconociendo su
derecho a mirar el mundo desde otras perspectivas lingüísticas y
culturales, y poner especial atención al cuidado del medio ambiente
serán parte de nuestras tareas.
Porque el cambio climático, queridos compatriotas, no es una
invención. Está acá, y genera efectos directos sobre nuestras vidas y
las de futuras generaciones. No es casualidad que sean los jóvenes del
mundo los que hayan alzado la voz, desde Greta a Julieta, ante los
poderes irracionales. No podemos mirar para el lado cuando nuestros
campesinos y agricultores, cuando localidades enteras no tienen agua
o cuando se destruyen ecosistemas únicos pudiendo evitarlo.
Desde luego, no todo puede hacerse al mismo tiempo y tendremos que
priorizar para ir logrando avances que nos permitan mejorar, paso a
paso, la vida de nuestra gente. No será fácil, no será rápido, pero
nuestro compromiso es avanzar por esa senda con esperanza y
responsabilidad.
Chilenos y chilenas
Hemos llegado hasta acá con un proyecto de gobierno que puede
sintetizarse en pocas y simples palabras: avanzar con responsabilidad
en los cambios que Chile viene demandando, sin dejar a nadie atrás.
Esto significa crecer económicamente; convertir lo que algunos
entienden como bienes de consumo en derechos sociales, garantizar
una vida más tranquila y segura, profundizar las libertades de todos,
y especialmente de todas: en nuestro gobierno las mujeres no
retrocederán en los derechos y libertades que han logrado a la largo
de la historia.
Nuestro proyecto también significa avanzar en más democracia y, por
supuesto y como ya lo hemos dicho acá, cuidar el proceso
constituyente, motivo de orgullo mundial y único camino para
construir, en democracia y con todos, un país mejor. Por primera vez
en nuestra historia estamos escribiendo una Constitución de forma
democrática, paritaria, con participación de los pueblos originarios.
Cuidemos entre todos este proceso para tener una Carta Magna que
sea de encuentro y no de división.
Vamos a trabajar en equipo con todos los sectores. Los desafíos son
demasiado relevantes para quedarnos atados a las trincheras. Aquí
todas y todos somos necesarios. Las y los trabajadores que forjan día
a día la riqueza de nuestra patria. La cooperación del mundo
empresarial, construir alianzas, acercar miradas. Si estamos aquí es
para asegurar que la prosperidad alcance a cada rincón de nuestra
tierra, y para eso nadie sobra.
En esta noche de triunfo repito el compromiso que hiciéramos durante
toda la campaña: expandiremos los derechos sociales y lo haremos
con responsabilidad fiscal, lo haremos cuidando nuestra
macroeconomía. Lo haremos bien y aquello permitirá mejorar las
pensiones y la salud sin que haya que retroceder en el futuro.
Tendremos un Congreso equilibrado, lo que significa a su vez una
invitación y una obligación de dialogar. Yo honestamente lo veo
como una oportunidad para volver a encontrarnos, para unirnos en
grandes gestas por el bienestar de nuestra patria, para lograr amplios
y duraderos acuerdos que mejoren la calidad de vida de nuestros
compatriotas. Confío en la responsabilidad de todas las fuerzas
políticas de mantener las diferencias en el marco de las ideas, poner
siempre por delante el bien común y rechazar de manera clara y sin
ambigüedades la violencia en política y en nuestra vida en sociedad.
Sepan que en mí, encontrarán un presidente abierto a escuchar y a
incorporar distintas visiones, siendo también receptivo a las críticas
constructivas que nos ayuden a mejorar.
Chilenos y chilenas
Recibo este mandato con humildad. Sé que en los años que vienen se
juega el futuro de nuestro país. Por eso les garantizo desde ya que seré
un presidente que cuide la democracia y no la exponga, que escuche
más de lo que habla; que busque la unidad de los acuerdos y que
atienda, día a día, a las necesidades de las personas; que combata los
privilegios y trabaje cada día por la calidad de vida de tu familia.
Hoy es un día de mucha felicidad, pero sobre todo de mucha
responsabilidad, el trabajo que tenemos por delante es enorme, y nos
necesitamos a todos y a todas. Tenemos que seguir siendo uno,
tenemos que seguir encontrándonos para llevar adelante los cambios
que el país tanto necesita.
Así lo haremos, gobernando con todas las personas. Sumando ideas,
abriendo puertas, tendiendo puentes. Así iremos, paso a paso,
construyendo la patria justa poco a poco, día a día.
Por eso esta noche debemos celebrar, pero lo haremos con
tranquilidad. Vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia
victoria alcanzada. Les pido que cuidemos este triunfo, que desde
mañana tendremos mucho por trabajar para reencontrarnos, sanar
heridas, y caminar hacia un futuro mejor.
Con la esperanza intacta.
Con la conciencia de los desafíos que tenemos.
Me despido de ustedes con un abrazo gigante, dejaré lo mejor de mi
Muchas gracias.
Seguimos.
A VIOLÊNCIA DO ONZE DE SETEMBRO
Texto de CID BENJAMIN
Escrevo emocionado.
Morei no Chile, tenho uma filha que nasceu lá e fui casado dez anos com uma chilena.
É um belo país.
Transcrevo a seguir a parte do meu livro de memórias, “Gracias a la vida”, em que falo do golpe que assassinou Salvador Allende.
O processo político chileno caminhava para um impasse. A direita, com o apoio aberto dos Estados Unidos, fazia de tudo para criar dificuldades para o governo Allende. Seu objetivo era tornar a vida das pessoas tão difícil que estas acabassem apoiando quem se apresentasse como capaz de restabelecer a ordem. A CIA (a Agência Central de Inteligência dos Estados Unidos) esteve por trás de uma greve nacional de caminhoneiros que se estendeu por meses e interrompeu a chamada Carretera Central, que corta o país de Norte a Sul. Com isso, prejudicou enormemente o abastecimento de gêneros de primeira necessidade. Essa participação da CIA foi comprovada anos depois, com a divulgação de documentos oficiais pelo próprio governo americano.
Nos supermercados começavam a faltar produtos básicos: carne, leite, laticínios, sabão em pó, sabonete, papel higiênico. As pessoas corriam para avisar aos amigos quando num determinado lugar chegava tal ou qual produto. Que, por sinal, logo acabava.
Os trabalhadores reagiam de diferentes formas, inclusive as mais heterodoxas. Em certo momento, os lixeiros resolveram dar o troco à direita e passaram a não recolher mais o lixo em bairros da burguesia. Viam-se, então, empregados domésticos uniformizados queimando lixo em ruas chiques de Santiago.
A sociedade se dividia. Como as Forças Armadas chilenas tinham uma tradição de legalidade, muita gente achava que manteriam essa postura. A ilusão custou caro.
A situação no Chile em 1973 chegou a tal ponto que Allende resolveu submeter a continuação de seu governo a um plebiscito. Se vencesse, o que era perfeitamente viável, ganharia novo fôlego e a direita se veria sem condições políticas para dar o golpe. Mas os militares, a essa altura já comandados pelo general Augusto Pinochet, pois Prats tinha pedido para passar para a reserva, apressaram seus planos e agiram antes que Allende anunciasse a realização do plebiscito.
No dia 11 de setembro, veio o golpe, que, em seu momento inicial, talvez tenha sido o mais violento dentre todos os acontecidos na América Latina.
Na ocasião, já estávamos há poucas semanas, eu, Isolde e Ani, em outra casa, melhor do que o apartamento em que, até então, tínhamos morado. No dia do golpe, saí cedo para uma reunião política com brasileiros. Na rua, senti um clima estranho. E havia grande movimento de helicópteros e aviões. Perguntei a um transeunte se tinha acontecido algo.
“Los milicos se alzaran”, foi a resposta.
Voltei para casa e avisei Isolde, pedindo para ela preparar as coisas para o caso de termos que sair abruptamente. Já não havia quase ônibus. Pegando carona e caminhando comecei a me deslocar pela cidade, àquela altura repleta de veículos militares com soldados. Contatei militantes chilenos que conhecia, mas eles estavam desorientados. Os esquemas de resistência dos partidos de esquerda se baseavam, em grande medida, nas emissoras de rádio de que cada um deles dispunha. Mas todas receberam um ultimato dos militares para que entrassem em cadeia com uma emissora já ocupada por eles. Ainda assim, uma delas, a Rádio Magallanes, transmitiu o último discurso de Allende, feito quando o Palácio de La Moneda estava sendo bombardeado pela Força Aérea. Esse discurso é uma peça histórica. Não o escutei no dia, mas me emociono com a inteireza política, a lucidez e a coragem demonstrada pelo presidente chileno cada vez que o ouço, mesmo anos depois.
A Allende foi oferecida pelos golpistas a alternativa de seguir para o exílio, levando consigo todas as pessoas que desejasse, sem limite de número. Era uma tentativa de, além de pôr fim à experiência da Unidade Popular, desmoralizar seu líder máximo.
Allende recusou a proposta. Teve a compreensão de seu papel histórico. Percebeu que não tinha o direito de render-se para poupar a sua vida e as de pessoas próximas, deixando o povo chileno entregue à sanha dos golpistas. Morreu de fuzil em punho no Palácio de La Moneda.
Andando nas ruas para um lado e outro, em busca de contatos com militantes de esquerda que conhecia, tentei, ainda, chegar aos cordões industriais, o conjunto de fábricas na periferia de Santiago. Lá eu conhecia ativistas que tinham forte liderança. Mas a região já estava sendo cercada por forças do Exército.
Dei meia volta e comecei uma caminhada para casa. Ela duraria umas boas duas ou três horas. Presenciei, então, uma das cenas mais tristes de toda a minha vida: centenas de trabalhadores andando cabisbaixos, em fila indiana, muitos com marmitas nas mãos, depois de deixar as fábricas, e sendo monitorados por soldados do Exército armados de fuzis. A derrota estava estampada no rosto de cada um deles. Tive vontade de chorar.
Pouco depois encontrei por acaso Sérgio de Castro Lopes, um brasileiro que vivia legalmente no Chile. Ele era filho de Valdecir, o amigo do meu pai que tinha arcado com as despesas do parto da Isolde. Sérgio estava de carro e me deu uma informação fundamental: a partir das 14h, mais ou menos duas horas depois, entraria em vigor o toque de recolher. Quem estivesse nas ruas seria preso.
Fez mais: ofereceu-se para me dar carona até a minha casa e, depois, me levar, com Isolde e Ani, para a residência de uns amigos ingleses. Seria um lugar muito mais seguro. Aceitei de bom grado. Para não despertar suspeitas, fomos só com a roupa do corpo e as fraldas e mamadeiras da Ani para a casa dos ingleses. Eles moravam num local amplo, com um vasto quintal arborizado e nos receberam muito bem. Ficamos lá uns dois dias. Nesse meio tempo, nos intervalos do toque de recolher, saí umas duas ou três vezes para encontrar conhecidos brasileiros e chilenos, mas ninguém tinha a mínima idéia de como resistir.
Diante disso, consideramos inútil continuar no Chile. O casal de ingleses nos levou de carro à porta da Embaixada do México, a mais próxima de onde estávamos, onde nos refugiamos. Depois soubemos que a casa em que morávamos tinha sido invadida e saqueada pelo Exército.
Tivemos muita sorte. Primeiro, por eu ter encontrado Sérgio – pessoa extremamente amiga e solidária – que me trouxe a informação preciosa sobre o toque de recolher, me deu carona e nos conseguiu guarida com o casal de ingleses. Mas também porque minutos depois de termos entrado, sem problemas, na Embaixada do México, ela foi cercada por carabineiros.
Passamos uns 20 dias na embaixada. Havia cerca de 200 pessoas na casa, que era grande, mas sem capacidade para receber tanta gente. As janelas tinham que ficar permanentemente fechadas, para evitar o risco de franco-atiradores, que já haviam assassinado com um tiro de fuzil uma refugiada que estava no gramado da Embaixada da Itália.
O embaixador e os diplomatas mexicanos se esmeravam, mas tinham dificuldades para receber e alimentar tanta gente. Na casa, nos revezávamos para dormir, porque não havia lugar para todo mundo deitar, mesmo no chão. Os banheiros não davam conta da quantidade de gente e, logo, os vasos sanitários começaram a entupir. Muitas crianças passaram a ter diarreia. Foi uma situação difícil. Mas, pelo menos, estávamos a salvo da barbárie que se instalou naquele lindo país – na época o mais politizado da América do Sul.
As dificuldades não eram só de ordem material. Como era natural, os chilenos estavam, ainda, mais tocados do que os estrangeiros com a derrota. Na embaixada, algumas discussões entre partidários da PC, adeptos da estratégia desenvolvida por Allende e a Unidade Popular, e militantes do MIR, defensores da inevitabilidade de um enfrentamento armado no caminho para o socialismo, não ajudavam muito naquela situação.
Como tínhamos criança pequena, fomos escalados para seguir rumo ao México no primeiro voo de refugiados a deixar a embaixada.
Viajei de coração partido. Criara vínculos afetivos com o Chile e antevia dias muito difíceis para aquele povo acolhedor e generoso.
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